La Escuela de atenas

La Escuela de atenas
Escuela de Atenas por Rafael

sábado, 3 de octubre de 2015

Nuestra Identidad

Fer, antes de empezar a escribir mi verdadera introducción me gustaría hacerte saber que fue muy poco tiempo entre ensayo y ensayo, sé que no es tu culpa que el bimestre sea tan corto, como tampoco es tu culpa que casi nunca tengamos clase y no podamos ver suficiente variedad de temas como para escribir otro ensayo de lo visto en clase. Por lo mismo, te pido tengas compasión con el tema que escogí, ya que aunque no lo hayamos visto a fondo en alguna clase, es un tema que la película tocó y me llamó la atención aunque tal vez mi percepción fue distinta a la de los demás.
            Este es un tema al cual no puedo nombrar específicamente, tal vez porque no tenga clasificación o porque en mi cabeza sigue estando muy disperso, complicado y en constante desarrollo (la verdad es que es un poco de las dos porque este tipo de cuestiones siempre están en invariable desarrollo y crecimiento en mi mente y también porque si lo clasificara estaría contradiciéndome de manera absoluta). Esta cuestión tiene que ver sobre todo con las clasificaciones y etiquetas que hemos generado a lo largo de la existencia del ser humano, y como estas nos han llevado a construir el estilo de vida y la sociedad que tenemos hoy en día, y de cómo las mismas han acabado con la verdadera presencia y esencia de lo que es y lo que siempre fue el ser humano.
            En clase vimos la película de Ágora en la cual Hipatia, una astrónoma, filosofa, matemática y atea, lucha por salvar la sabiduría del mundo antiguo y por encontrar respuestas a las paradojas de sus épocas (Alejandría, Egipto 391 d.C.). En la trama se observan revueltas y enfrentamientos entre judíos, cristianos y profanos, derrotas y victorias de distintos grupos, etc., es aquí donde me pongo a pensar ¿qué es lo que hace tan diferentes a estos hombres, que hace que no se soporten al grado de la matanza? ¿Cómo nos clasificamos y nos etiquetamos los unos a los otros hasta producir dichas diferencias? O más bien ¿por qué? O ¿para qué? Puede que todas estas preguntas lleguen a tener una respuesta o una explicación, y si es que llegan a tenerla, yo no logro verla clara o coherente.
            Desde el principio de la humanidad, el hombre ha tenido la necesidad de clasificar y etiquetar todo lo que lo rodea (como bien explique en mi ensayo pasado), lo que no había analizado un poco más a fondo es que al hombre también le encanta clasificarse y etiquetarse a sí mismo. A partir del nacimiento de una persona, ésta va adquiriendo etiquetas a lo largo de su vida, estas etiquetas terminan por definir a esa persona y las mismas, la acomodan dentro de alguna clasificación también impuesta por la sociedad. Por ejemplo, existe la religión (en mi humilde opinión, las religiones no son nada más que la clasificación de las creencias y la “espiritualidad” de las personas), la religión ha sido la causa de cientos de conflictos a lo largo de la historia debido a todas las diferencias que marca entre distintos grupos de personas, y es lo que divide a unos de otros en base a sus creencias. Otro ejemplo sería la cultura, depende del lugar en el que nazcas, que tengas ciertos rasgos y costumbres que te clasifican y te etiquetan como persona.
Estos son tan solo breves ejemplos de clasificaciones grupales que estructuran y encasillan a la sociedad para “simplificar” el orden.
            Hoy en día, existen etiquetas para todo (aunque yo creo que solo existen porque la sociedad enloquecería si dejara de catalogar a todo lo que le pertenece), las etiquetas son todas aquellas reglas que gobiernan y guían el comportamiento humano, definiendo toda acción que realiza una persona, determinándola y limitándola. Actualmente, todos pertenecen a un grupo, eres fresa, hipster, hippie, nerd, alcohólico, rarito, etc., pero hagamos lo que hagamos siempre se nos dará un adjetivo (etiqueta) que terminará por clasificarnos.
El problema es que en lugar de darnos una identidad, estas etiquetas y clasificaciones nos la quitan por completo. En el momento en que nacemos ya tenemos una religión y una cultura que nos son asignadas sin nuestro consentimiento, crecemos con ellas y a medida que pasa el tiempo, más y más etiquetas son añadidas a nuestra falsa identidad. Pero, ¿qué ocurre con nuestra verdadera identidad? No desaparece por completo pero poco a poco se va opacando por la cantidad de etiquetas y clasificaciones que buscan definirnos, y que después de toda una vida, son casi imposibles, o sin el casi, imposibles de desatar, es como hacerse una idea y nunca jamás dejarla ir.
            A pesar de insistir que estas clasificaciones y limitaciones son las que nos hacen diferentes, creo que cada ser humano (aún sin las etiquetas) es único e irrepetible, sin embargo, estas etiquetas son las que hacen difícil la convivencia y la tolerancia, ya que van acompañadas de millones de prejuicios y reglas que parecen imposibles de romper. Creo que la verdadera identidad del ser humano es aquella que va sin acompañante, esa es la esencia real y es lo que hace a cada quien auténtico, porque si las etiquetas, las limitaciones, las reglas y las clasificaciones fueran las que nos describieran, entonces solo seríamos igual al resto de etiquetados.
Ana Mantecón
           


2 comentarios:

  1. Ana, sinceramente no entiendo el primer párrafo. Solamente no tuvimos una clase la semana que pasó y la lista de temas para tu ensayo es interminable, tanto que de ahí surgió el tuyo. Buen tratamiento de las etiquetas pero más que etiquetas estás hablando de usos, las etiquetas son necesarias para prden las cosas por ejemplo. Calif. 10

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  2. Ana, me gustó mucho el tema de tu ensayo y cómo lo relacionaste con la película vista en clase. Me vino a la mente lo que Hipatia menciona en un momento de la película, una ley que dice que si, (en otras palabras) “a” es igual a “c” y “b” es igual a “c”, entonces “a” y “b” son iguales. Y es lo mismo con los hombres, a pesar de las etiquetas que tú mencionas, como la religión o la raza, todos somos hombres al final del día. Pero si son esas etiquetas las que definen a una persona, ¿qué pasaría si no las tuviéramos? ¿Cómo podríamos identificarnos? ¿cuál sería la “verdadera identidad” que mencionas? No estoy en contra de las etiquetas, ya que no creo que éstas nos crean una “falsa identidad”. Creo que la esencia, como mencionaste, es lo más importante, y que ésta, acompañada de muchas más cosas (puedes llamarlas “etiquetas”) es lo que identifican a una persona.

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