"Es necesaria la
necesidad de la realidad."
(Heráclito de Éfeso)
¿Será confusión o será coincidencia?
Así es como después de una larga charla entre esos dos hombres,
aparentemente interesados por el origen
de la vida, esos hombres que amaban el saber, el conocer de dónde provenían,
aquellos hombres que se atrevían a llamarse
“filósofos” y que viajaban en aquella máquina del tiempo, de la que
platicábamos hace rato; llegaron a observar la transformación entre la luz y la
obscuridad. Aquel momento en el que el sol se metía entre las montañas, y entre
otras aparecía un brillo esplendoroso que llamaba a la tranquilidad, llamaba a
la noche. Y así con esta transformación comenzaron a discutir, a argumentar, pero más que nada a compartir lo que creían
que veían, lo que creían que era para ellos ese provenir y así se fueron las
largas horas mientras aquel acontecimiento sucedía. Para esos hombres que de
aspectos completamente diferentes, la forma de vida, la visión y la expresión
de la misma era al igual completamente diferente.
Para uno de ellos, el ocultamiento de las nubes, se daba gracias a la
precipitación que presentaban, pues para él, gracias a la condensación debía
surgir el desahogamiento de ese fenómeno, pues se debía de repetir, tal como un
ciclo. Mientras que para el otro
hombre el ocultamiento de aquellos algodones blancos y el descenso de esa luz
intensa entre las montañas que iluminaba el camino de tantos hombres, provenía
de una controversia entre algo que era pero no era a la vez. Algo confuso pero con sentido, algo que nos
mantiene vivos de alguna u otra manera, porque podemos relacionarnos con ello.
Él veía una luz intensa, a la que llamaba sol, pero que a la vez, a
diferencia del otro hombre, también llamaba fuego, llamaba intensidad, llamaba
energía. Era definitivamente un sol, pero no lo era por que a la vez era
definitivamente un calor y era una
iluminación y era un elemento del cual nos originamos. Sin embargo esas nubes
para él no solo eran agua o condensación, si no eran alimento para las plantas
e hidratación para los hombres.
Y así mientras pasaba el tiempo, platicaban. Uno intentaba convencer que
se necesitaba un lineamiento que diera un solo resultado a su cuestionamiento.
Pero el otro hombre, sin prisa ni preocupación alguna, entendía que lo que el
otro le trataba de transmitir no era realmente lo que intentaba comunicarle,
sino era solamente el compartir distintas maneras de ver aquellos elementos,
que eran agua y fuego, que eran alimento y calor y así muchas otras cosas. Pues
de este modo aquel hombre decía que lo que “era”, “no era”, pues abunda lo
relativo, la proporcionalidad y la diferencia de ver distintas cosas, todo nace
y se destruye constantemente. Todo vive una transformación y un cambio
incesante pues remontándose en aquella máquina del tiempo, compartía con el
reciente poeta que la contradicción es el origen de todo lo que nos rodea. Para
él como forma de vida, somos, confusamente lo que NO somos. Pues como el poeta
decía; “El ojo que tu ves no es ojo porque lo veas, sino por que él te ve”.
(Antonio Machado)
P.D.: Para comprender el texto en su totalidad, es necesario leer el
texto anterior.
Qué interesante forma de exponer el pensamiento de este filósofo en su época.
ResponderEliminarCreo que Heráclito tenía toda la razón en creer que lo era, no era, pues antes, al igual que ahora, vemos a diario cambios tan pequeños o tan grandes en las cosas que nos lleva a la conclusión que todo cambia y/o evoluciona; desde las nubes, hasta la luz. Sin embargo, me llama la atención que este filósofo dijera "lo que es, no es", pues la obscuridad en algún momento vuelve a ser luz, por lo tanto, podría seguir siendo luz...hubiera sido interesante entender cómo es que llegó a esa conclusión Heráclito.
Me gustó mucho tu ensayo
Esa forma de ver las cosas y de explicarlas va a fundar el saber del hombre. Ahí, en esa época ficticia de la que hablas, es posible ver el origen de las disciplinas que hoy en día damos como verdaderas pero también en disciplinas como la filosofía y la historia que nos colocan ante una gama inmensa de posibilidades. Bien María.
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