Todos nos hemos
preguntado “¿cómo surgió todo?” y los primeros filósofos no son la excepción. En
un principio, Tales de Mileto comenzó a preguntarse sobre el inicio y su
respuesta a tan compleja pregunta se simplificó
a un elemento esencial para la vida humana: el agua, H2O
puro. Posiblemente no habría mejor explicación, en su contexto, que algo que
permite subsistir a los seres vivos. Sin embargo, Anaximandro tomó una postura,
a mi parecer, más lógica, pues cómo era que de algo que existió tras el origen
pudo surgir todo, no era posible, tenía que ser algo anterior; a esa cosa o
material que había creado todo lo llamó “áperion”, palabra que significa lo
indefinido o lo indeterminado, era algo difícil de explicar.
Tras la negación de un elemento como
originador de todo, Anaxímenes propuso un elemento diferente al agua, el aire. A
este filósofo le parecía que de la niebla y el aire se había creado todo. Por su
parte, Pitágoras, como buen matemático, expuso su teoría de que todo había
aparecido a partir de los números, los cuales tenían diferentes significados; y
aunque su teoría no fue precisa, el teorema que lleva su nombre lo fue pues
actualmente, varios siglos después de su aparición, lo seguimos y lo seguiremos
utilizando.
Tras el padre de las matemáticas, apareció
Empédocles, pensador que reiteró la teoría basada en elementos, pero no sólo en
uno, sino en todos: agua, aire, fuego y tierra. Además, introdujo factores
humanos a su teoría pues aseguró que el amor unía y el odio destruía. Lo anterior
fue debatido por Heráclito, a quien cuatro le parecían muchos y volvió a lo
simple eligiendo el fuego, explicando que este elemento contenía lo definido y
lo indefinido, lo que hacía referencia al cambio, pues él creía que las cosas
fluían y lo reflejó en su célebre frase “lo que es, no es”.
Finalmente, apareció Parménides que
contradijo la teoría de su antecesor afirmando que todo permanece y sigue
siendo, no cambia ni fluye, sólo es. Esta idea la concretó con su frase “lo que
es, es”.
Es claro que varían las teorías y
explicaciones del origen, cada filósofo reflexionó el cuestionamiento de una
forma única; no obstante hay algunas ideas con una estrecha relación con los
elementos pero con un enfoque diferente, todos ellos válidos e interesantes.
Considero que todos los filósofos tienen parte de razón pues las
justificaciones que ellos exponen pueden ser complemento de la teoría del Big
Bang o, por su parte de la teoría católica, teorías “aceptadas” actualmente que
ilustran y aclaran la pregunta sobre cómo es que hoy estamos aquí, si bien algunos
sienten respondida su pregunta, algunos no; para los últimos, todavía existen
varios filósofos.
Congregar los elementos de varias teorías nos coloca en un lugar privilegiado. Buen recuento María.
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