Por años el hombre se ha
enfocado en intentar hacer el bien; para el mundo, para su país, para su
religión, para su familia, para sus seres queridos y para sí mismo. Pero ¿de
qué sirve hacer el bien?, ¿quién o quiénes son los beneficiados?, ¿tú o el
mundo? y más importante aún ¿qué es hacer el bien? Para muchos hacer el bien es
ser bueno pero ¿qué es ser bueno?, ¿qué es ser malo? ¿quién nos juzga? y
finalmente ¿nacemos buenos o malos? Para Sócrates “El hombre no es malo sino
ignorante” pero ¿quién no es ignorante?
Hacer el bien significa tomar la decisión correcta pero
¿cómo podemos saber que decisión es la correcta?, ¿cómo podemos no
equivocarnos?, ¿acaso todo es cuestión de suerte?, ¿una mala decisión te puede convertir
en una mala persona o un conjunto de ellas? ¿Por qué si el hombre está hecho
para cometer errores es tan juzgado por ellos?
Y más cuando no se sabe sus motivos, es decir, nos enfocamos en el
resultado final, en el acto, en lo que se deja ver y no en las causas, en el
origen que llevo a tal acto, a tal decisión, a tal error, a lo que no se puede
ver, sentir ni olfatear. A lo que solo a
partir del interés, la empatía, y la reflexión, se puede saber. Preguntándose
¿qué hay detrás de todos esto? ¿quién soy yo para juzgar? ¿quién es él? ¿cuál
es su pasado? ¿por qué lo hizo? ¿cuáles
fueron sus motivos? ¿qué esta bien o mal para él? Y es que ese es el gran error
del hombre, lo que para mí te convierte en una “mala persona”, el juzgar sin
reflexionar, sin hacerte preguntas y olvidando e ignorando tus actos de maldad.
Y es que ¿quién eres tu para juzgar al otro? ¿Un Dios libre de pecados? ¿Un ser
incapaz de equivocarse? ¿Una persona que siempre ha hecho el bien? Si la
respuesta a alguna de las tres anteriores preguntas fue sí, deja de leer pero
si tu repuesta fue no, entonces eres humano, eres realista, eres valiente pero
también eres malo: porque mentiste, porque traicionaste, porque te burlaste,
porque no respetaste, por ser violento, por ser grosero, por ser imprudente,
por ser egoísta, por no hacer el bien y por muchas otras razones que son muy
bien conocidas por la sociedad como algo malo.
Por eso digo que no podemos juzgar, porque nosotros
también hemos sido víctima de malas decisiones, de una sociedad represiva e hipócrita,
porque no somos puros sino todo lo contrario, somos un resultado de lo
aprendido tras haber cometido errores. Somos quienes somos por nuestro pasado,
por nuestro presente y por lo que queremos o pretendemos ser en un futuro.
Tomando decisiones, cometiendo errores, intentando hacer lo mejor, lo bueno, lo
que es correcto.
Aunque si
me estoy quejando de quienes juzga probablemente me estoy juzgando a mi misma.
Porque no conozco el pasado o historia de aquella persona que juzgan, solo la
estoy juzgando por hacer lo que yo estoy haciendo, juzgar. Imponer una opinión
sin saber las causas, establecer un régimen de que está “bien o mal” y
olvidando que yo también he juzgado que yo he sido ignorante. Entonces ¿de qué
se trata todo esto? Se trata de entender que siempre vamos a juzgar, que
siempre vamos a cometer errores, malas decisiones pero nunca, nunca vamos a
poder decir que está bien y que esta mal. Porque no somos iguales, porque no
nacimos en el mismo lugar, porque no vivimos lo mismo, porque nunca nos
enfrentamos con las mismas decisiones que el otro, siempre el contexto va a ser
diferente, porque la vida se vive cuando la sentimos y no todos sentimos lo
mismo. No todos vivimos el dolor del otro, la desesperación, la impotencia, el
sacrificio, el miedo que el otro tiene. Y no todos juzgamos igual porque no
todos coincidimos con lo que es “hacer el bien”. Por eso al final todos
terminamos por “hacer el mal”.
Ya te he comentado sobre esto. Bien Fer. Tienes 10.
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