La Escuela de atenas

La Escuela de atenas
Escuela de Atenas por Rafael

domingo, 20 de septiembre de 2015

Necesidad Neurótica

Una lectura nos fue impuesta en clase (palabras de Josefa Gómez Morín), en dónde se explicaba repetidamente que la necesidad convulsiva ¿o compulsiva? de verlo todo claro, de conocerlo y saberlo todo son perfectos rasgos característicos de la neurosis. Me sorprendió que un tema con tanta polémica como éste no fuera transformado en una discusión interminable e interrumpida por el timbre que nos libera y nos permite salir a recreo, es por eso que decidí intentar desarrollarlo y explicarlo un poco más. 

La palabra filosofía significa “amor por el conocimiento” y es la disciplina que estudia todas las cosas a través de la luz de la razón (racionalidad) desde el principio de su existencia hasta el final de la misma.  Sin embargo, la filosofía no busca respuestas y conclusiones para todo lo que conocemos, sino que busca y formula preguntas para todo aquello que no conocemos.
            Desde el principio de su existencia, el hombre ha tenido la necesidad de descubrir, conocer, clasificar y controlar absolutamente todo lo que cohabita con él. Una necesidad un tanto primitiva, pues es lo que ha hecho que el hombre logre cambiar y evolucionar (él mismo y el mundo en el que vive).
            Los antiguos pueblos primitivos acostumbraban a clasificar todo, y cualquier cosa, persona o acontecimiento que no se dejara introducir en el sistema era clasificado como un peligro para el resto. Pero a esto me refiero, aunque no entre en el sistema, de todas formas es clasificado. Me cuesta entender por qué el ser humano, con tanta sed de progresar, cambiar y evolucionar, no puede dejar atrás ese anticuado y primitivo hábito de clasificar y sistematizar todo. Tal vez el hombre pueda saciarse en el momento en que deje de clasificar todo y deje vagar las casualidades en vez de convertirlas en causalidades.
            Pero el hombre primitivo y actual no sólo sabe clasificar, sino que también insiste en conocer la razón de todo y entenderlo todo. Tendemos a creer que todo debe ser claro y concluso. No podemos simplemente atender sin tener que entender. La búsqueda obsesiva de un sentido y una razón para todo acaba en la paranoia, si no es que en la neurosis.
            Hemos llegado a tal grado de la necesidad de explicar y conocer, que hasta hemos inventado la religión para poder exteriorizar nuestra espiritualidad (una calamidad y una barbaridad querer explicar algo tan abstracto y subjetivo como la espiritualidad), pero ese es otro asunto del cual puedo escribir en otro ensayo.
            Sin embargo, esta necesidad de interpretar, clasificar y entenderlo todo no satisface el hambre de conocimiento como a nuestra ansiedad. No es tanto un producto de interés y curiosidad por el mundo, sino el miedo y la incertidumbre que éste mismo provoca.
            La filosofía reconoce que no vemos las cosas claras y en vez de buscar una explicación, hace preguntas que van más allá de la cuenta y sabe que no tienen respuesta, así que nos conduce a nuevas cuestiones. A menudo creemos que los problemas se encuentran dónde podemos solucionarlos o controlarlos y la filosofía nos enseña que casi siempre los problemas están donde no se dejan ver ni controlar o solucionar.

La filosofía nos permite ligar lo que sabemos con lo que sentimos y lo que pensamos con lo que hacemos. No nos deja confiar en las explicaciones y respuestas que satisfacen lo que queremos conocer. Nos obliga a ver más allá, a arriesgarnos a buscar en lo que no conocemos, en lo imprescindible y en lo que no podemos controlar o clasificar. En otras palabras, desde mi perspectiva, es lo que nos mantiene en un juicio mental saludable y evita que caigamos en esa paranoia o neurosis generada por la necesidad de querer conocer y controlar absolutamente todo. O tal vez sea al revés, el querer ir más allá y el querer explorar y buscar en lo desconocido es lo que nos vuelve locos. Pero es algo que el ser humano no logrará comprender.

Ana Mantecón

Bibliografía:
Rubert de Ventós, Xavier. “Por qué filosofía”. (2004). Barcelona, Editorial Sexto Piso. pp 11-19.

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