La Escuela de atenas

La Escuela de atenas
Escuela de Atenas por Rafael

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Ensayo




¿Será la curiosidad humana algo natural e instintivo? ¿O será una costumbre social adquirida? Podemos fácilmente decir que es la primera, porque “es obvio” que los primeros humanos tenían la necesidad de conocer cosas y luego nombrarlas. Y sí, es posible que así fuera, pero no es tan “obvio”, pues al final no conocemos a nadie que lo haya visto y nos lo pueda decir con certeza, o sea que nosotros asumimos eso pero tal vez no fue así…nadie puede comprobarlo. Y lo peor de todo es que al admitir que no se puede tener esa respuesta (o cualquier otra), sentimos un hueco de ansia e impotencia. El punto es que sin importar por qué o de dónde, los seres humanos sentimos esa necesidad de buscar nombres, definiciones y respuestas para todo. Hasta para eso. Queremos las respuestas de las respuestas, y tal vez eso se deba a que de las preguntas suelen salir más preguntas.

Dice Xavier Rubert de Ventós que esa búsqueda obsesionada por respuestas, eventualmente nos vuelve locos. Y probablemente sí, locos de desesperación porque ni teniendo respuestas se podrían encontrar todas. Pero, ¿qué? ¿Estaríamos hablando entonces, de que la curiosidad es mala? De pronto te frenas y piensas en eso, y te imaginas lo sencillo que sería solamente dejar de cuestionar las cosas y dejar que todo pase desapercibido por enfrente de nosotros. Y después de un rato (por lo menos yo) imaginamos que dejamos de ver, de escuchar, de sentir, porque ¿para qué, sino para satisfacer y alimentar nuestra curiosidad, tenemos esas capacidades de percibir nuestro entorno? Otra pregunta sin respuesta.

Dicen que la curiosidad mató al gato. Pero lo que no te dicen es que el gato sin curiosidad es el que ya está muerto. ¿Qué es ese que no ve, no oye, no siente, no percibe nada? Pues un muerto, y si no, apuesto a que quisiera estarlo. El no encontrar respuestas sino más preguntas, nos hace sentir amarrados, cegados, impedidos…y eso es lo que nos desespera. Pero el que se da por vencido y simplemente deja de buscar (o peor: se queda con la respuesta “encontrada” y entonces deja de buscar), es ciego, sordo e insensible por elección. A ese le importa poco si se muere mañana o se murió ayer, da lo mismo, es igual.

Pero también esto es una suposición y no una respuesta. Tal vez el muerto tenga las respuestas a todo y nosotros aquí esperando como tontos. Es posible que los humanos no dejemos de “curiosear” hasta que, como el gato, muramos. O ni entonces. ¿Quién sabe? A lo mejor la curiosidad es como un juguete en la sala de espera del médico infantil, para entretenernos mientras nos llaman. Pero en ese caso, ¿de qué sirve dejarla a un lado, si de todos modos estamos aquí? ¿A caso es más enfermo o más tonto o más loco el niño que prefiere jugar? Otra pregunta sin respuesta.

3 comentarios:

  1. Me gustó mucho tu ensayo, la manera en que planeaste la primera pregunta me dejo mucho en que pensar.
    Estoy de acuerdo con que el ser humano busca el por qué y el para qué de todo y que la vida dejaría de tener sentido si dejáramos de cuestionarnos.
    Lo que me deja tu ensayo es que dejar de cuestionarnos y dejar de formular más preguntas, sería dejar de ver, de escuchar, de sentir y de percibir, lo mismo que estar muerto. Esta idea me hizo reflexionar y darle vuelas y vueltas a miles de cosas, hizo que dudara más acerca de todo lo que sé y que no me conformara con las respuestas que hoy en día tengo.

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  2. Estoy totalmente de acuerdo con los puntos que presentas, el no querer saber nos puede convertir,como tu dices, en estado muerto. El tener una forma de curiosidad nos ayuda a explorar más allá de lo que conocemos, y en forma nos hace más sabios por querer tener toda la raón. Sin embargo, como explicaste la curiosidad llega al punto en el que sale nuestra neurosis y ya no nos conformamos con nada, y le buscamos respuestas a las respuestas.
    Me gustó mucho tu ensayo porque tiene mucha controversia y me hizo ver los diferentes puntos que pueden tener la curiosidad.

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  3. Y el gato murió pero sabiéndolo todo. El que ya no busca es el que murió. Bien María, buen ensayo y reflexión. Calif. 10 sobre 8, final: 8

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