Eduardo
Ochoa Canalizo
6°A
CCH
Filosofía
I
15/XI/12
Angustia y Felicidad
Al
empezar el semestre, se nos dijo claramente que la filosofía no se trata
exclusivamente de “encontrarle sentido a la vida”. Sin embargo, puede ser que
éste especial tema sea el más recurrente en los autores vistos, y el que por su
obvia importancia (nada más ni nada menos es el que explica nuestra existencia
en el mundo) es el que más debate, controversia y opiniones genera.
Empezando por lo más antiguo, quizás
el primer filósofo en darle un fin a la vida del hombre fue Empédocles, al
decir que el odio destruye y que el amor construye. Y si lo que se quería era
construir, vivir con más y entre más como parte natural del instinto humano, entonces la vida era para amar. Sin
embargo, ¿de que serviría amar si al final uno muere sin llevarse nada de lo
construido? La respuesta está en lo que Aristóteles dijo un siglo después: que
se amaba para ser feliz, pues era éste el sentido de la presencia del hombre en
la Tierra.
La Edad Media dio contexto a una
sociedad jerárquica donde el poder se suponía centralizado en la figura del
Papa, el vicario de Cristo en el mundo. Todos los demás debían de subyugarse a
su autoridad, y éste a su vez a la de Dios. Fue tal vez dentro de éste afán que
filósofos como Santo Tomás de Aquino y San Agustín de Hipona establecieron que
la vida se vivía por Dios y para Él, que había que actuar, pensar y sentir bajo
su ley para alcanzarlo, y con esto la redención y la salvación eterna. Con algo
de esto crecieron los pensadores de la primer etapa de la Modernidad, pues no
discutieron mucho el tema de la trascendencia, teniendo al cielo como objeto
final. No obstante, dictaron que la vida terrenal habría de regirse por ciertos
parámetros: para Locke la experiencia, para Kant la obediencia y para Hegel la
cultura, el progreso, la constante mejoría.
Cuando en la segunda Modernidad
Schoppenhauer deduce que Dios no existe, no encuentra más recompensa al vivir.
Lo único que le quedaba era angustiarse, para esto vivía. Sin embargo, es Nietzsche
quien sustituye ésta angustia retomando un poco a Aristóteles. “La vida es para
embriagarse de ella”, y ya que no hay angustia que lo impida, esto podría ser
el origen de algún tipo de felicidad.
Dentro de mi breve pensamiento
filosófico, yo hago caso a Nietzsche en éste aspecto. Si estás vivo, disfrútalo
mientras puedas. No hay razón para mayor agobio pues al final acabarás igual
que todos. Mas para mi sí hay posibilidad de trascender, y es a través el resto
de las personas que me rodean. Si vives y eres lo que eres, sea bueno o malo
según tu concepción, todo es por otros seres humanos. Si haz llegado a apreciar
la vida, es por quienes a tu lado la han vivido, y si quieres compartirlo con ellos,
haz de procurar que ellos la encuentren tan bien como tu. Por eso también creo
que se vive (haciendo en éste aspecto más referencia al progreso de Heggel) por
una mejor existencia de los demás. (Además, relacionando esto con el
pensamiento nietzscheano, si el ver por otros seres provoca gozo, es una forma
de “embriagarse” de vida).
Yo creo que la vida por si sola no tiene sentido, sino que cada quien se lo da. Esto lo hacemos de acuerdo a varios factores: a lo que más disfrutemos de la vida, a lo que nuestros preceptos morales y creencias nos inclinen entre muchas cosas más. Creo que es muy importante darle un sentido a la vida, pues sería un gran conflicto existir por existir y hacer las cosas sin ninguna razón. Creo que intentar trascender para los demás es una buena forma de darle sentido a la vida.
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