Eduardo
Ochoa Canalizo
6°A
CCH
Filosofía
I
5/X/12
Nietzche cristiano
Todo lo dicho acerca de Nietzsche en
éste ensayo (a excepción de las
opiniones) se basa en lo visto en clase.
Para
cuando vivió Nietzsche y dio a conocer su filosofía, Kierkegard y Schopenhauer
ya habían cuestionado el modernismo que tuvo su culmen con Hegel, quien entre
otras cosas, situaba a la humanidad en una etapa de síntesis, es decir (de
acuerdo a su dialéctica) de perfección. Ya habían sepultado la noción de que, a
través de la razón, se podía alcanzar una conclusión universal sobre todo, y
habían deducido que la vida, por si sola, no tenía sentido, que la
trascendencia no existía, y que por lo tanto, tampoco el progreso: la humanidad
no vive en la “constante mejora”.
Para cuando vivió Nietzsche, Europa
ya había visto pasar el Romanticismo, aquel movimiento artístico que dentro de
sí proponía el regreso del hombre a sus formas más básicas, a lo que sus
impulsos y emociones le indicaran como algo necesario para poder ser lo que
verdaderamente era, ser él mismo.
Lo que al filósofo alemán le tocó, quizás como una
continuación para todo lo anterior, fue, en referencia al trabajo de los
filósofos mencionados, estipular que el sentido de la vida era “embriagarse de
ella”, y en relación a lo que el Romanticismo dictaba, llevar aquella necesidad
de volver a lo primitivo al campo filosófico.
Partiendo de éstas dos conclusiones,
Nietzsche asevera que para alcanzar dichos estados idílicos el hombre
necesitaba, antes que nada, matar a Dios. Con esto, según él, cada individuo
podría deshacerse de todos aquellos prejuicios universalizantes impuestos por
el cristianismo y la cultura occidental que le impedían regirse por sus propios
valores, establecerse como igual de los demás y, sobre todo, “gozar” la vida
por si sola. En palabras suyas, ser un “superhombre”. Y es que desde la concepción de un dios
cristiano para quien la vida terrenal sólo es una prueba para trascender en la
eterna, éste se convierte en un verdadero obstáculo para quien desea convertirse
en superhombre. Un individuo que se rige por una creencia así, se empeñaría
siempre en hacer lo que según el mismo concepto lo convertiría en santo. Esto a
diferencia de aquel convencido de que después de la muerte no hay nada, quien
seguramente disfrutaría su vida sin prejuicio alguno sobre el futuro, y si
llegara a obrar bien, lo haría por sus propias convicciones, mas no como parte
de una fórmula que asegura la eternidad: viviría la vida por la vida y no por
el cielo.
Sin embargo, ¿qué no es también,
según la propia cultura occidental, el dios cristiano aquél que regala la vida
sin pedir nada a cambio? Desde ésta perspectiva, la vida sería vista como única
oportunidad para vivir y no como un trámite para llegar al cielo, ya que, al
tenerlo como fin natural de la existencia, los individuos no se empeñarían en
hacer méritos para ganarlo, sino que simplemente disfrutarían del momento en la
tierra. Y al no existir método para alcanzar la santidad innecesaria, cada
individuo concebiría su propia moral, sacaría sus propias conclusiones. No
necesitaría de Dios mas que para justificar su necesidad de “embriagarse de
vida”, de convertirse en superhombre. ¿Sería así el cristianismo nietzscheano? *
*Aunque
no creo que en su filosofía siquiera existiera la posibilidad.
Coincido un poco con lo que dices en éste ensayo pues yo no creo que Nietzche haya tenido conflicto directamente con Dios. Con lo que no estaba de acuerdo es que la gente viviera en función de él y que todo lo que pasara en la vida se lo adjudicaran a él sin hacerse responsables de sus propias acciones.
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