La Escuela de atenas

La Escuela de atenas
Escuela de Atenas por Rafael

lunes, 5 de noviembre de 2012


Eduardo Ochoa Canalizo
6°A CCH
Filosofía I
5/X/12

Nietzche cristiano

Todo lo dicho acerca de Nietzsche en éste ensayo  (a excepción de las opiniones) se basa en lo visto en clase.

Para cuando vivió Nietzsche y dio a conocer su filosofía, Kierkegard y Schopenhauer ya habían cuestionado el modernismo que tuvo su culmen con Hegel, quien entre otras cosas, situaba a la humanidad en una etapa de síntesis, es decir (de acuerdo a su dialéctica) de perfección. Ya habían sepultado la noción de que, a través de la razón, se podía alcanzar una conclusión universal sobre todo, y habían deducido que la vida, por si sola, no tenía sentido, que la trascendencia no existía, y que por lo tanto, tampoco el progreso: la humanidad no vive en la “constante mejora”.
            Para cuando vivió Nietzsche, Europa ya había visto pasar el Romanticismo, aquel movimiento artístico que dentro de sí proponía el regreso del hombre a sus formas más básicas, a lo que sus impulsos y emociones le indicaran como algo necesario para poder ser lo que verdaderamente era, ser él mismo.
Lo que al filósofo alemán le tocó, quizás como una continuación para todo lo anterior, fue, en referencia al trabajo de los filósofos mencionados, estipular que el sentido de la vida era “embriagarse de ella”, y en relación a lo que el Romanticismo dictaba, llevar aquella necesidad de volver a lo primitivo al campo filosófico.
            Partiendo de éstas dos conclusiones, Nietzsche asevera que para alcanzar dichos estados idílicos el hombre necesitaba, antes que nada, matar a Dios. Con esto, según él, cada individuo podría deshacerse de todos aquellos prejuicios universalizantes impuestos por el cristianismo y la cultura occidental que le impedían regirse por sus propios valores, establecerse como igual de los demás y, sobre todo, “gozar” la vida por si sola. En palabras suyas, ser un “superhombre”. Y es que desde la concepción de un dios cristiano para quien la vida terrenal sólo es una prueba para trascender en la eterna, éste se convierte en un verdadero obstáculo para quien desea convertirse en superhombre. Un individuo que se rige por una creencia así, se empeñaría siempre en hacer lo que según el mismo concepto lo convertiría en santo. Esto a diferencia de aquel convencido de que después de la muerte no hay nada, quien seguramente disfrutaría su vida sin prejuicio alguno sobre el futuro, y si llegara a obrar bien, lo haría por sus propias convicciones, mas no como parte de una fórmula que asegura la eternidad: viviría la vida por la vida y no por el cielo.
            Sin embargo, ¿qué no es también, según la propia cultura occidental, el dios cristiano aquél que regala la vida sin pedir nada a cambio? Desde ésta perspectiva, la vida sería vista como única oportunidad para vivir y no como un trámite para llegar al cielo, ya que, al tenerlo como fin natural de la existencia, los individuos no se empeñarían en hacer méritos para ganarlo, sino que simplemente disfrutarían del momento en la tierra. Y al no existir método para alcanzar la santidad innecesaria, cada individuo concebiría su propia moral, sacaría sus propias conclusiones. No necesitaría de Dios mas que para justificar su necesidad de “embriagarse de vida”, de convertirse en superhombre. ¿Sería así el cristianismo nietzscheano? *

*Aunque no creo que en su filosofía siquiera existiera la posibilidad.
           


1 comentario:

  1. Coincido un poco con lo que dices en éste ensayo pues yo no creo que Nietzche haya tenido conflicto directamente con Dios. Con lo que no estaba de acuerdo es que la gente viviera en función de él y que todo lo que pasara en la vida se lo adjudicaran a él sin hacerse responsables de sus propias acciones.

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