Siempre nos han dicho que “el hombre es social por
naturaleza”, desde donde lo vemos todas las ciencias sociales se basan en ese
punto. Sin embargo, como siempre, detrás de esto viene la duda. Si esto fuera
estrictamente así, entonces ¿qué sentido tiene una historia llena de guerras y
disputas que no precisamente buscan la “armonía social”? Por más lógico que
suene eso de ser sociales por naturaleza, resulta difícil pensar en un grupo de personas con
una convivencia perfecta carente de conflictos. Entonces es que además de
lógico, ese punto está incompleto. Le hace falta la otra mitad que dice que “el
hombre también es egoísta por naturaleza”, pero también hay conflicto sobre eso,
es decir, si el hombre nace egoísta o se hace egoísta. En realidad el origen
del egoísmo es poco importante, pero de que está, está. El hombre es egoísta,
punto.
Si hay o
ha habido alguna acción realizada por el hombre que no tenga de fondo una razón
egoísta, no sé cual sea. Piénsalo por un momento. Detrás de esa máscara de
bondad, siempre hay una razón egoísta, y a veces ni hay máscara para esconderla.
Y tampoco hay que dejarse engañar por el apodado “bien común”, que en realidad
se llama “egoísmo colectivo”. Por ejemplo, en la película “Ágora” se muestran
grupos religiosos que luchan unos contra otros (aunque no creo necesario ver la
película para saberlo), que buscan el triunfo de su ideología, y con ella, el
triunfo propio. He ahí el egoísmo colectivo: si gana él, gano yo, así que
luchemos juntos; si gana esta ideología, gano yo, así que luchemos por ella.
Por supuesto,
seguido del egoísmo colectivo, sigue el egoísmo solito. O sea, por ejemplo en
la película, ya que la religión dominante es el cristianismo (ya ganó ese
egoísmo colectivo), entonces se pelean entre ellos. Ya que “triunfé con ellos”, ahora “triunfo sobre ellos”. Y en ese momento de la
película se ve como se acusan unos a otros, etc. Para ganar ellos solos tienen
que hacerlo dentro del grupo ganador porque así uno es ganador de ganadores. En
este momento de la película es en donde Hypatia tiene la participación más
importante, no como personaje, sino como concepto, como lo que representa. Vamos
a centrarnos en tres personajes: Davus, Orestes y Synesius. Todos tienen en
común a Hypatia (sus enseñanzas, su forma de pensar, su conocimiento), y
después todos forman parte del grupo cristiano aunque sea en diferentes maneras
(Davus es de los radicales, Orestes busca poder político y Synesius es un
obispo). Una vez que triunfa el cristianismo, llega el momento de avanzar
individualmente. Y entonces llega la hora de escoger. Aunque sus ambiciones no
se contraponen, se crea una competencia entre ellos porque ninguno quiere que
el otro tenga lo que él no puede, o sea ambas cosas. Esto se ve clarísimo cuando
Synesius le exige a Orestes que se arrodille ante Dios, implícitamente renunciando
Hypatia. La razón egoísta de fondo de Synesius es que él le ha dado preferencia
a Dios (ya eligió), así que ahora Orestes también debe hacer la misma elección
que él, o de lo contrario le habrá ganado.
Cámbiale el nombre a
los personajes y si quieres cambia el contexto, pero la situación será la
misma. El hombre es un ser social, pero se nos olvida que eso no excluye que
sea un ser egoísta. Lo social no se refiere a siempre llevarse bien con el otro.
Lo social se refiere a vivir y convivir con el otro, lo cual inevitablemente lo
lleva a compararse con el otro, y entonces a querer ser más o mejor que el
otro. El egoísmo del hombre no es contrario, ni siquiera independiente, a su
condición social. Es más bien su consecuencia lógica, e inevitable.
Qué nietzscheano me sonó tu ensayo María. Bien por la interpretación de la película. Calif. 10
ResponderEliminarEntonces ¿existe algo como la naturaleza humana?
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