La Escuela de atenas

La Escuela de atenas
Escuela de Atenas por Rafael

lunes, 13 de marzo de 2017

Como la Angustía definio al hombre.

EL CONCEPTO DE LA ANGUSTIA OBRA DE SÖREN KIERKEGAARD

Resumen: En El concepto de la angustia, Kierkegaard retoma algunas de las cuestiones ya esbozadas en sus obras anteriores, pero ésta representa una ruptra que abre horizontes para el desarrollo de su producción literaria posterior. Aquí se analiza la angustia como una de las claves de la antropología kierkegaardiana: es parte esencial de la existencia humana, y su análisis nos introduce de modo nuevo en la comprensión de otras nociones fundamentales como son la síntesis, la temporalidad, la libertad, el pecado, etc.
Es evidente que El concepto de la angustia es una obra central en el corpus kierkegaardiano. Pero interesa dilucidar en qué sentido. Ya la misma forma de la obra obliga a reparar en ella. En el Postscriptum, Kierkegaard hace decir a Johannes Climacus que El concepto de la angustia en su forma es «directo e incluso un poco instructivo». Pero a pesar de ese carácter pedagógico, la obra no presenta un pensamiento acabado o redondeado. Bien es verdad que se puede mantener que esta obra reúne temas centrales de la producción de Kierkegaard, pero éstos están sólo esbozados, como en un proyecto. El concepto de la angustia expone directamente una determinación de lo que es el hombre que, a su vez, se proyecta más allá de la obra.
A pesar de que El concepto de la angustia en su forma es «directo», puede confundir al lector. ¿En qué sentido, entonces, es una obra clave en la producción kierkegaardiana? En el siguiente: El concepto de la angustia reúne temas de las obras anteriores, pero de tal manera, que se inicia a la vez un nuevo desarrollo. Es un trabajo que «abre» horizontes. Desde una ruptura, continúa los temas centrales de las obras anteriores, con lo cual representa un nuevo punto de partida para las posteriores. Intentaré demostrarlo.
En El concepto de la angustia ésta no es un tema más, sino precisamente el tema a tratar. Por ejemplo se dice que la angustia queda caracterizada por la ambigüedad. La fórmula reza: «La angustia es una antipatía simpática y una simpatía antipática» Y la angustia queda tan alejada de su objeto que incluso cabe preguntar si acaso tiene «objeto». El concepto de la angustia acuña así la conocida fórmula: la angustía es «completamente diferente del temor», que se refiere a algo concreto, mientras el objeto de la angustia es «nada». Mientras que el temor, al igual que la pena, está ligado a su objeto, en la angustia la persona se relaciona consigo misma, con su propia posibilidad. Esta enumeración telegráfica recoge las tres determinaciones de la angustia: la ambigüedad, la separación de la angustia de un objeto concreto, y la angustia como una reflexión.
Sin embargo no basta con decir que El concepto de la angustia hace de la angustia su tema central. Eso en sí no explicaría por qué la obra supone una escisión. El paso clave que se da en El concepto de la angustia es que aquí la angustia se ve como un fenómeno que forma parte de la existencia humana, además de una manera tan radical que la determinación de lo que es la angustia nos lleva a la comprensión de lo que es el ser humano.
Cuando Kierkegaard allí habla del concepto de la angustia está buscando el significado de la misma. Lo que importa es qué nos enseña la angustia sobre el hecho de ser persona. La respuesta que nos da Kierkegaard es, dicho brevemente, que la angustia muestra que el ser humano es un «yo» enfrentado con la tarea de devenir sí mismo. Se podría decir que Kierkegaard «abre» la antropología mediante el concepto de la angustia. Bien es verdad que también en su obra temprana Kierkegaard se pregunta, más o menos indirectamente, qué es el ser humano, pero en el análisis de la angustia abre de nuevo la pregunta, y en cierto modo desde el principio.
¿Cómo le es posible a Kierkegaard hacer del análisis de la angustia una cuestión antropológica? El se fija en el hecho de que el ser humano, en la angustia, se aleja del estado en que se encuentra, por ejemplo de un estado de pena o de temor. En la angustia no está ligado a un objeto concreto tal como puede estarlo cuando, por ejemplo, teme algo. En la angustia el hombre se relaciona con una posibilidad que es la suya propia, en el sentido de que es una posibilidad de relacionarse él por sí mismo. Resumiendo, en la angustia el hombre se relaciona con su propia posibilidad de relacionarse. En esto consiste la reflexión de la angustia. En la angustia el hombre puede descubrirse a sí mismo como un yo.
Este es, por así decirlo, el camino directo desde la determinación de la angustia hasta el concepto de yo. Sin embargo, también existe un camino más indirecto que consiste en irse fijando en que el ser humano es capaz de angustiarse. ¿Qué lo hace posible? En otras palabras, ¿qué tipo de ser es el ser humano, para ser capaz de sentir angustia? En ella, el ser humano se relaciona consigo mismo de tal manera que, a la vez, está separado de sí mismo. Para poder angustiarse, el ser humano debe ser, en sí mismo, una relación entre elementos desiguales. Si no, no podría apartarse de sí.
La pregunta sobre qué es lo que hace que el hombre pueda sentir angustia lleva, por tanto, a la afirmación de que el ser humano es una síntesis. Ya desde la primera cita donde aparece la determinación de la síntesis en El concepto de la angustia queda patente que la angustia y la síntesis están directamente relacionadas. Dice: «Todo depende de que se haga patente la angustia. El ser humano es una síntesis de lo anímico y de lo corporal».
Que el ser humano sea una síntesis quiere decir que está compuesto de elementos heterogéneos, el alma y el cuerpo. Esto, a su vez, significa que el conjunto formado por el hombre es muy frágil. La relación entre los elementos heterogéneos puede convertirse en una desproporción, y esto es precisamente lo que muestra la angustia.
Esto implica que la síntesis lleva incorporada la tarea de hacer compatible y consistente lo heterogéneo. Por esta razón se le añade un tercer elemento a la determinación de la síntesis: «una síntesis es impensable cuando los dos no se unifican en un tercero. Este tercero es el espíritu». Así, la determinación completa de la síntesis rezará: «El hombre es una síntesis del alma y del cuerpo, constituídos y sustentados por el espíritu». El hecho de que este tercer factor se añada a los dos elementos de la síntesis, se debe precisamente a que no se trata de un elemento. El tercero, el espíritu, es lo que mantiene unido lo heterogéneo dando lugar con ello a la síntesis. Por ello, el espíritu es el «yo» interpretado como lo que mantiene unido lo heterogéneo, que es uno mismo.
Es así como Kierkegaard ve y define al hombre a través de la angustia y lo que la existencia de esta (es decir la capacidad de angustiarse del hombre) signifíca.
Esta definición del hombre como criatura capaz de la angustiarse dara pie a muchas posteriores definiciones de hombre, pero sobre todo, presenta las condiciones de existencia necesarias para el surgimiento del existencialismo de Kant, es decir el propio del siglo XX.


En otras palabras El concepto de la angustia es una ruptura en nuestra definición y descripción del hombre que sentara las bases para toda descripción o definición del hombre que presenta la filosofía europea del siglo XX.