Aunque solo hemos comentado en clase sobre la situación en la que está México con los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y la incapacidad del presidente para tomar cartas sobre el asunto, y no ha sido un tema en sí, no puedo desaprovechar este espacio para escribir mi opinión al respecto.

Según artículos que he visto en las redes sociales y en internet en general, México ha decaído gravemente con el gobierno de Peña Nieto (especialmente a comparación del sexenio de Calderón). Con todas las reformas que ha hecho, que se centran en la economía del país, ha dejado abandonada la cuestión de seguridad del mismo. Esto se refleja en el número de secuestros, asaltos y muertes que han aumentado más del doble del sexenio pasado a éste. La desaparición de los normalistas de Ayotzinapa es solo la cereza del pastel.

Creo que es responsabilidad de todos los mexicanos tomar cartas en el asunto, ya que es un problema que nos afecta directamente a todos. No sé si las publicaciones en las redes sociales (o en el blog de filosofía) ayuden en algo, pero tampoco se me ocurre otra forma de protestar sin salir afectados o en una fosa clandestina como muchos de nuestros compatriotas. Espero que sean tomados en cuenta por las autoridades los millones de reclamos y la profunda desesperación, inconformidad y enojo que hemos expresado, y que no nos den la espalda como otras veces.

No me agradan las manifestaciones            que se hacen en la ciudad por el tráfico y otras repercusiones que causan, pero ¿Qué otra forma hay de ser escuchados? Si no les afecta de manera inmediata a los políticos, procrastinan con llevar a cabo las soluciones que prometen a las personas que tienen los pantalones de exigir lo que les pertenece (seguridad, mejores salarios, mejor calidad de vida, la vida de sus familiares, etc.). Desde mi punto de vista, son como niños chiquitos que hasta que no se les pone un castigo severo no hacen lo que deben; el mayor problema es que son como niños malcriados, que hacen lo que se les da la gana, y nosotros los ciudadanos, como los padres sumisos, los dejamos. ¿Cuándo será el día que por fin les cumplamos las consecuencias?

Paloma González Quijano