En
la última clase agregamos a nuestro glosario la definición de “libre albedrío”
y toda vía no me queda del todo
claro. Según Wikipedia el libre albedrío es la creencia de aquellas doctrinas filosóficas que sostienen
que los humanos tienen el poder de
elegir y tomar sus propias decisiones. El concepto es comúnmente usado y tiene
connotaciones objetivas al indicar la realización de una acción por un agente no condicionado
íntegramente ligado por factores precedentes y subjetivos en el cual la
percepción de la acción del agente fue inducida por su propia voluntad.cita
Desde el viernes me he estado
preguntando si realmente tenemos “libre albedrío” y después de largas horas de
reflección pude llegar a la conclusión que todas las personas actúan de acuerdo
a las normas impuestas por las autoridades, sin importar que tan ridículas o
innecesarias sean y de no ser así, dicha persona se puede ver afectada,
perjudicada o castigada de alguna manera, por lo tanto creo que el albedrío no
es del todo libre para todos los seres humanos. Un claro y cercano ejemplo es el
Tomás Moro, donde los alumnos nos vemos constantemente amenazados con ser
sancionados por el incumplimiento de ciertas reglas que desde mi punto de vista
son completamente ridículas.
Para clarificar mi punto de vista
voy a contar una anécdota personal: En un recreo en segundo de secundaria se
voló un balón a casa de Miguel Domenzain y yo me ofrecí a pasar por un hoyo que
había en la mediocre reja de la cancha de futbol del colegio para rescatar el
balón (cabe aclarar que muchos alumnos ya habían hecho esto antes). Entré a la
casa de Miguel a través del hoyo, recogí el balón e inocentemente regresé a la
escuela por la entrada principal creyendo que lo único que había hecho era un
acto de compañerismo. Al día siguiente, me mandó llamar Martha Barba (la
exdirectora de secundaria) a su oficina y yo no tenía ni idea por qué. Entré
muy alegremente a la oficina pero salí casi llorando porque esta señora decidió
inculparme de un crimen que se llama “allanamiento de morada” (crimen que ni
siquiera se puede cometer antes de cumplir la mayoría de edad), me amenazó con
llevar mi caso al consejo y con expulsarme del colegio por haber cometido un
delito en horario escolar y no conforme con esto, me inculpó de haber hecho un
hoyo en la reja de la escuela, lo que representaba una falta grave ante el
reglamento escolar.
Martha Barba no solo
me hizo creer que era un delincuente juvenil, sino que también logró que
tuviera pánico por incumplir hasta la mas ridícula regla por el resto de ese
ciclo escolar y el siguiente. Creo que esta situación me hizo comprender que el
libre albedrío no existe en el Tomás Moro.
Diego Orvañanos
Gracias por compartir la anécdota Diego. Veremos en clase cómo el libre albedrío es posible aún en las sociedades donde hay reglas y normas de comportamiento. Espero clarificar este punto pero sin duda lo cuestionaremos mucho.
ResponderEliminarTienes 10.